Conrad Setó

Hoy no hay fútbol


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Hijo mío, quédate aquí, nada de salir:
hay toque de queda y son las diez en punto.
Lo hacen por nuestro bien. Venga, siéntate conmigo,
que el resultado de un ser vivo más una bala es un difunto
como el que hay en el portal: es el vecino
del ático... No me parecía de fiar...
Le tendremos que decir a Agnés mañana por la mañana
que limpie bien la sangre. Tendrá que frotar bien.

La radio ha dicho que todo ha acabado bien,
pero tenemos que colaborar y comportarnos…
Todavía hay gentuza por las calles
y alguno de esos desgraciados tal vez vaya armado.

Suerte que los soldados nos protegen. Suerte
que alguien, allá arriba, vuelve a pensar por todos,
alguien que sabe que un padre debe ser fuerte,
que un puñetazo a tiempo vale más que mil palabras.

Tiembla todo el piso... Sí, es normal:
cincuenta tanques provocan un buen estrépito
cuando bajan en fila por la Diagonal.
¡El jarrón de tu madre! ¡Agárralo bien!

¡No digas eso, no seas loco!
¡No insultes a los que nos quieren proteger!
Cualquiera te tomaría por un rojo...
Más bien tendrías que agradecerles
que nos saquen la chusma de encima
a la gente de orden, a los ciudadanos como es debido,
que se hayan decidido a poner punto final
a la anarquía, y tanto da
si alguien se deja la piel, especialmente
si no se trata de ti ni de mi; ¡a los otros, que los zurzan!
Y no debemos temer nada, se está caliente
en el piso, tenemos comida y no nos falta espacio.

¿No echan nada bueno esta noche?
¡Hoy no hay fútbol, mecagüen diez!
¿Tenían que meter a tantos malnacidos
precisamente dentro del Camp Nou?

Gitanos y judíos, y homosexuales,
el artista subversivo y el disidente,
árabes y negros y ateos y criminales
separatistas, tanta mala gente...

¿Que qué hacen con ellos? No lo sé, no es cosa mía...
Los interrogarán (no es ningún juego)
y se los llevan no se a dónde. El caso
es que el campo va vaciándose poco a poco.
Y ya conviene que sea así. En caso contrario,
el césped acabaría echándose a perder.
¡Vaya espectáculo, ver a un jugador
corriendo por un barrizal! ¿Y ahora a qué viene
eso de que no los veremos nunca más? ¿A mi qué me importa?
No son inocentes, desde el momento
que los han cazado. ¿Que los pueden torturar
o asesinar? Ellos se lo han buscado: ¡buen viaje!

Venga, pongamos la tele... Mira, un concurso.
Coge unas cervezas. Todo va bien.
Dejemos que la vida siga su curso
y mañana, a trabajar. Sí, ya lo sé,

que nos tendremos que acostumbrar a los militares,
y también a no hacer nada que no esté permitido...
No tener que decidir, ni pensar,
ni dudar... Nos sacan un buen peso de encima,
en el fondo, hijo mío. Venga,
que volverá a haber fútbol en cuatro días.


Autor(es): Miquel Pujadó, Conrad Setó