Salve del amor perdido


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No me mandes ramitos de flores, no me escribas esquelas,
no me guardes un luto de amores, no finjas la pena...
No hace falta que envíes rescate, que llores mi ausencia,
quédate con las migas del pan de la última cena:
solo espero que seas feliz con tus treinta monedas.
Ya no somos el uno más uno que siempre se resta,
dos extraños en un bis a bis, una naranja a medias.
Olvidaste las reglas del mar y saltaste el primero,
mientras yo entonaba la salve de los marineros… de los marineros,
de los marineros que se curan con sal las heridas de amores en duelo.

¡Salve! Del amor perdido que sin rumbo navega.
¡Salve! Del amor a la deriva que encallao se queda.
¡Salve! Del amor que naufraga en un mar de penas.
¡Salve! ¡Salve! ¡Salve!... ¡Sálvese quien pueda!

No le pidas a San Cucufato que vuelva a tu vera,
Santa Rita cursó ya el embargo, no hagas ofrendas.
Pa’ quien peca de listo en amores no hay más penitencia
que llorar escuchando los discos de Cohen y Chavela,
despeñado por el precipicio de la noche en vela.
Solo somos dos huellas que el agua borró de la arena,
postre helado con una cuchara, dos naranjas enteras.
Olvidaste las reglas del mar y saltaste el primero,
me dejaste entonando la salve de los marineros…
de los marineros, de los marineros que se curan con sal
de las heridas de los desconsuelos.

¡Salve! Del amor perdido que sin rumbo navega.
¡Salve! Del amor a la deriva que encallao se queda.
¡Salve! Del amor que naufraga en un mar de penas.
¡Salve! No pronuncies en vano mi nombre por camas ajenas.
¡Salve! Si preguntan qué fue de lo nuestro, responde con pena.
¡Salve! Que dejaste de ser el amante de la primavera…
que no supiste distinguir una flor de la mala hierba.


Autor(es): Antonio Romera "Chipi", Jesús Bienvenido

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