100 años de la abuela


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(Una, dos, tres...
Estas son las mañanitas que cantaba el Rey David
a las muchachas bonitas se las cantamos aquí.
Despierta nana despierta, mira que ya amaneció,
ya los pajarillos cantan, la luna ya se metió.)


¡Y viejos los cerros!
¡Y reverdecen!

Fuimos al rancho a ver a mi abuelita
que con orgullo su cumpleaños festejó.
Pa' celebrarlo reunió a toda la familia
en el ranchito que con mi abuelo fincó.
En el pastel pusimos cien velitas
y de un soplido todititas apagó,
tomamos fotos de toda la familia
los padres con sus hijos que son nietos de la abuela
y sus hijos son bisnietos y hay también tataranietos
y hasta el perro se coló.

Cuando cantamos las alegres mañanitas
de sus ojitos rodaron dos lagrimitas,
el tío Lorenzo se sentó a tocar el piano
y de un estuche sacó Félix su acordeón.
Bailamos valses, jarabes y hasta jota,
también la polca de puntita y de tacón,
de la cocina escapaban los olores
de chorizo con frijoles, asaderos, chimichangas,
guacamole y nopalitos para comer en taquitos
agua y nieve de limón.

¡Ah caray como ha crecido su familia!
Le dijo el cura a mi abuela Rafaelita,
seguramente suman más de ciento veinte
más nueras, yernos, y con suegros de pilón.
También vinieron los compadres, los ahijados
más los vecinos y el vaquero Filemón,
la abuela dijo que cuando era chiquilla
andaba Pancho Villa tirando de balazos
y agarrándose a trancazos
por la sierra en su caballo, pues había Revolución.

Cuéntame abuela ¿conociste a Pancho Villa?
¿había bosques en ese cerro pelón?
¿cuánto costaba el kilo de tortilla?
y ¿qué veías si no había televisión?
¿A qué jugabas si no tenías Nintendo,
computadora, patineta y compact disc?
Cuéntame abuela, del rancho y de mi abuelo
¿cómo eran las ciudades sin autos, ni edificios,
sin luces mercuriales, sin plazas comerciales
y sin contaminación?

A media tarde comenzó a abrir los presentes
que en una mesa se apilaban por montón.
"Quiero ver todos, sobre todo el más grandote,
y el más chiquito, y el de en medio por favor".
Ábrelos pronto abuelita, estoy ansiosa
pues casi llegas al que yo hice para ti.
Había perfumes, aretitos y peinetas
jaboncitos perfumados, chocolates envinados
en cajitas, arreglados, con moñitos adornados
y estos versos que escribí.

Cuando era tarde, muy cerca de las doce
a los chiquillos nos mandaron a dormir,
antes pedimos a la abuela nos contara
de mi abuelito, que del pueblo fue sheriff,
de sus andanzas por la sierra en su caballo
arriando vacas de Agua Prieta hasta Tucson,
quiero aprender canciones de zarzuela
bailar como tu abuela, al compás de la pianola
pues no había sinfonola, ni sonido en grabadora
en los bailes de carquis.
Cuéntame abuela de nuevo esas historias
de vaqueros y de apaches, de españoles,
irlandeses, chinos, yanquis y franceses
que fundaron estas tierras donde yo mero nací.


Autor(es): Cecilia Rascón