Marguerite Monnot

Milord


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¡Venga, acérquese, Milord!
siéntese en mi mesa,
hace tanto frío afuera
y aquí se está tan bien…
Déjese llevar, Milord,
y póngase bien cómodo.
Suelte sus penas en mi corazón
Y estire sus pies sobre la silla.
Aunque usted nunca me ha visto,
Ya le conozco, Milord.
No soy más que una mujer de este puerto,
Una sombra de la calle y de la noche.

Sin embargo, ayer rocé con usted.
Le vi tan satisfecho
con su foulard de seda
descansando en sus hombros,
¡que parecía un rey!
Iba caminando con aires de victoria
Acompañado de una señorita.
¡Dios mío! Sentí frío en mi corazón,
¡era tan bella!

¡Venga, acérquese, Milord!
Siéntese en mi mesa,
hace tanto frío afuera
y aquí se está tan bien…
Déjese llevar, Milord,
y póngase bien cómodo.
Suelte sus penas en mi corazón
Y estire sus pies sobre la silla.
Aunque usted nunca me ha visto,
ya le conozco, Milord.
No soy más que una mujer de este puerto,
una sombra de la calle y de la noche.
A veces, basta un solo barco
para que todo se rompa
cuando éste empieza a partir.
Y puede que lleve con él
la dulce ternura de unos ojos
que no supieron comprender.
Aunque el amor hace llorar,
la vida sigue dando ocasiones
para volverlo a repetir.

¡Venga, acérquese, Milord!
¡Tiene el aire de un chaval!
Déjese llevar, Milord,
y entre en mi reino.
Venga, que yo curo los remordimientos,
canto historias de amor
y de tantos desafortunados milords.
Fíjese en mí, Milord,
que usted jamás me vio…
Cómo llora usted, Milord,
¡quién lo iba a decir!


Autor(es): Georges Moustaki, Marguerite Monnot