Historia del pronunciamiento del General Emiliano Zapata


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Atención te pido, público sensato
voy a dar mi explicación,
aquí en esta historia que yo les redacto
en mi mal pronunciación.

Voy a dar un pormenor
citando lo positivo,
porque ya enterado estoy
como también persuadido.

El Jefe Zapata no estando conforme
después de haber conquistado
se salió de Cuautla según los informes
pensando en los resultados.

Se fue rumbo a Nenecuilco
que era su tierra natal,
porque conoció el peligro,
pues lo iban a traicionar.

Estando en su casa aunque no tranquilo
pensando en lo que sería,
el nuevo gobierno quiso perseguirlo
por su grande bizarría.

Porque era un hombre valiente
nuestro General suriano,
querían políticamente
por completo exterminarlo.

Llegó la noticia según se declara
al pueblo de Nenecuilco,
que luego al momento él se retiraba,
que iban a formarle sitio.

Mandó tocar las campanas
nuestro invicto General,
vamos de nuevo a campaña
a defender nuestro ideal.

En aquel momento se reunió su pueblo
para ver lo que pasaba,
y les dio a saber que el nuevo Gobierno
asesinarlo trataba.

Yo no ambiciono la silla
ni tampoco un alto puesto,
siento a mi Patria querida
verla en tan cruel sufrimiento.

Hablóle a su hermano con toda firmeza
y le dijo en el momento;
rendir yo mis armas sería una tristeza
sólo ya después de muerto.

Esta es política falsa,
la tengo bien conocida,
quieren que entregue las armas
para quitarnos la vida.

Respondió don Eufemio con acento fijo
y un valor sin segundo
ya no condesciendas en tu armisticio
morir peleando es orgullo.

Levantémonos en armas
vamos de nuevo a sufrir,
las conferencias dejarlas
hasta vencer o morir.

Hoy lo que interesa es otra providencia
a lo que el tiempo depare,
para recibir de la Omnipotencia,
lo que del cielo mandare.

Saldremos, después veremos
que descubra el firmamento,
al fin después volveremos
si nos da lugar el tiempo.

Día 30 de agosto dieron este grito,
todos de conformidad,
viva nuestra Patria y este requisito
de paz, tierra y de libertad.

Vámonos a padecer
vamos de nuevo a sufrir,
traidor nunca lo he de ser,
por mi Patria he de morir.

Salieron de Ayala rumbo a Chinameca
donde se reunieron todos,
pidiendo permiso con toda presteza
para jugar unos toros.

Dos días de toros jugaron
nos quedan como recuerdos,
y un hombre vil por trasmano
mandó un parte a Morelos.

Aquí en esta hacienda se encuentra Zapata
si lo quieren agarrar,
trae muy pocos hombres y escasos de armas
ahora se han de aprovechar.

Fórmenle una entretenida
sin dárselo a maliciar
denle todo lo que él pida
que su día va a llegar.

Mandaron el parte a un jefe, a Morelos
puesto por la Presidencia,
a traerme a Zapata se va usted al momento,
se halla en San Juan Chinameca.

Con mucho gusto lo haré,
ahora sí no se me escapa,
hoy mismo le traigo a usted
la cabeza de Zapata.

Con 600 hombres marchó entusiasmado
queriendo lograr su intento,
pero Dios que es dueño de todo lo creado
les frustró su pensamiento.

Como a las once del día
por Santa Rita pasaron
dos hombres iban de guía
al punto donde llegaron.

Hacia una rejilla donde dispusieron
dividirse por la altura,
y por la Cañada doscientos se fueron,
los demás por la Herradura.

Sin saber que el General
había puesto su avanzada,
al pie de un buen tecorral
les preparó su emboscada.

Cuando le mandaron el ¡alto, quién vive!
Figueroa, todos gritaron,
con un par de bombas que fué confundible
al momento contestaron.

Diez eran los zapatistas,
contrarios seiscientos fueron,
pero sus grandes conquistas
con valor las defendieron.

De cada descarga de los zapatistas
diez o doce se tumbaron
porque ya su gente estaba bien
y bien muertos los dejaron.

Los bombazos resonaban
sin cesar cada momento
los zapatistas peleaban
haciéndoles muchos muertos.

Cuando el General se hallaba gustando
con don Santiago Posadas,
llegó la noticia de que el Gobierno
había dado.
Que a la hacienda se acercaban.

Se montó en su buen caballo
paso a paso se fue yendo,
con unos cinco soldados
se quedó reconociendo.

Cuando el General divisó al Gobierno
que se acercaba al Poniente
echó mano al rifle, se apeó muy sereno
con cinco les hizo frente.

Lo rodearon cuatrocientos
pero no se acobardó
le hicieron fuego al momento
y entre ellos se revolvió.

A pocos momentos que se tiroteaba
Zapata se despidió,
haciéndoles fuego con tres que quedaron
a los cerros se internó.

Dicen que los derrotaron
porque así corrió la voz
pero sólo a tres mataron
contrarios sesenta y dos.

De testigo pongo aquí al siglo veinte
como certero y seguro
para que noticie del hecho presente
de lo pasado y futuro.

De Zapata estos recuerdos
quedaron siempre grabados,
en todo el plan de Morelos
y los pechos mexicanos.