
El guillatún
Millelche está triste con el temporal,
los trigos se acuestan en ese barrial.
Los indios resuelven, después de llorar,
hablar con Isidro, con Dios y San Juan.
Camina la machi para el guillatún,
chamal y rebozo, trailonco y cultrún,
y hasta los enfermos, de su machitún,
aumentan las filas de aquel guillatún.
La lluvia que cae y vuelve a caer
los indios la miran sin hallar qué hacer.
Se arrancan el pelo, se rompen los pies,
porque las cosechas se van a perder.
Se juntan los indios en un corralón,
con los instrumentos rompió una canción.
La machi repite la palabra «sol»
y el eco del campo le sube la voz.
El rey de los cielos muy bien escuchó:
remonta los vientos para otra región,
deshizo las nubes, después se acostó.
Los indios lo cubren con una oración.
Arriba está el cielo brillante de azul;
abajo la tribu al son del cultrún
le ofrece del trigo su primer almud
por boca de un ave llamado avestruz.
Se siente el perfume de carne y muday,
canelo, naranjo, corteza ’e quillay.
Termina la fiesta con el aclarar;
guardaron el canto, el baile y el pan.
Autor(es): Violeta Parra