Dorita, la portera
Silba un timbre de alegría
cuando se escucha su voz;
ángel de la portería,
risa como esa no hay dos.
Su inconfundible figura
alumbra más que un farol;
y cambia el día nublado
por una tarde de sol.
Guarda que viene llegando.
la campana va a sonar;
hay que quedarse quietitos
porque te puede retar.
En el barrio la conocen,
quién no la va a saludar;
es Dorita, la portera,
nuestra segunda mamá.
Una lechita caliente,
una rodaja de pan;
por más que se sienta triste,
los ojos le brillarán.
Siempre te tiende la mano
cuando la necesitás
pero, tirá un papelito.
y de su temple sabrás.
Autor(es): Marta Pizzo, Mario Valdez