Tangos

Balada para un porteño viejo


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Porteño, aristócrata y reo,
varón pa' quererlo tanto
la sabe lunga, profeta y burlón,
más que por viejo, por diablo.

Gardel para el verso y las pilchas,
el mismo con guita que pato,
es rosista y donjuán y oye misa
y aún lo erizan Ravel y Cobián.

Dramático, chiflado y buen gomía,
se escapó de un cuento de Roberto Arlt,
con pícara melancolía
muere de nostalgia, pero vive al día.

Bribón que a un metejón le saca punta
con la chiquilina del Che y de los jeans
y al alba un whiscacho los junta.
meditándolo a Discepolín.

Bebió soledad y tormenta,
volvió de todas las copas,
cuenta su amor por su loca ciudad
¡y echa una flor por la boca!

Su fe vio pasar los gobiernos
y vino por planes y sueños
abrazado al molino de viento
donde insiste su patria ilusión.

Parece el buen Quijote en Buenos Aires,
niño y atorrante, poeta y señor,
los tangos son su Rocinante
y el pampero ancho le sirve de Sancho.

Ya solo, con la luna en el bolsillo
un dolor antiguo le puebla la voz
y piensa que no hay más fortuna
que un hermano en la buena de Dios.

(Al recuerdo hermoso de mi tío Goyo)


Autor(es): Horacio Ferrer, Alberto Soifer