Llueve
Llueve
con la lluvia en la ciudad
un frío smog de realidad,
que va cubriendo
nuestra sinrazón.
Crece
en el agobio del reloj
la monocorde sensación
que nos impone
su fatal canción.
Velado espejo
como la postal,
pobre reflejo
de la eternidad.
Tiempo
que se empeña en regresar,
melancolía sin final,
de su increíble
desamor.
Prolonga,
su terca ronda
mi fantasma fiel.
Perdura,
caricia dura
que grabó mi piel.
Martirio
de labios tibios
de embriaguez.
De labios ritos
de placer.
De secos labios
y mi sed.
Vuelve
siempre vuelve espectral
ajeno rostro en el cristal,
donde nos mira
la desolación.
Siembra
como siempre la impiedad,
su cruenta siembra de dolor,
en el cemento
fértil del adiós.
Mezquino empeño
de sutil crueldad,
la de los sueños
con su irrealidad.
Tango
como tango tango yo,
la resignada sensación
que quien decide
siempre es Dios.
Autor(es): Miguel Jubany, Mauricio Stibelman