Popeye
Hay un boliche como tantos otros
pero este me da vuelta en la sesera,
parece el Polo Sur en el invierno
en Verano es propio una caldera.
Parada de los taxis con rebusque,
el dueño un uruguayo meta feca,
y adentro un laberinto de paisanos
con el dólar, las tasas, y la parla secreta.
Se escolaza al casín, al dominó, al truco,
al ajedrez, al mus, al billar y al chamelo,
mientras que León canchero dirige la batuta
en la mesa compadre del machazo cabrero.
Galopan los fantasmas chamuyando carreras,
aprontes, bombos, datos, la fiesta está completa
y los muchachos sueñan con el tungo elegido
que va a ganar cortado y arriba de cuarenta.
Borello con el Faber pegadito a la oreja
atiende los pedidos de toda la clientela,
en el estaño Horacio al tubo lo atormenta,
preste atención la barra que chamuya el de América.
Cuando entro a este boliche,
me doy cuenta,
que existe Buenos Aires, que la quiero,
que es hembra, y me calienta.
Autor(es): Jorge Hugo Pierri