Delen cancha a las mujeres!
Aura que es un hervidero
parece encontrarse el mundo,
con justas razones fundo
lo que aquí decirles quiero.
Si en doloroso entrevero
La mujer pudo mostrar
su coraje pa’ peliar
bien apareada al varón,
¡ha de tener condición,
dejuro, pa’ gobernar!
Dejen que en las elecciones,
por las idead que ocultan,
demuestren como resultan
triunfando sus opiniones.
Y los que usan pantalones,
no piensen que en las carreras
de estas cuestiones puebleras
mucho tendrán que perder,
con el triundo ‘e la mujer
que no el de las polleras.
Dejen que de utilidá
sirvan para su valimento
al trabajar con talento
pa’ bien de la humanidá.
Ya que el hombre, en realidá,
en su paso por la tierra
nos ha demostrao que encierra
más que ternura, rencor,
y pa’ dir sembrando el dolor
en los pueblos con la guerra.
Si Dios hizo la mujer
pa’ ser nuestra compañera,
puede ser la consejera
que debemos atender.
A mi juicio no ha de ser
tan sólo pa’ cocinar,
lavar la ropa, planchar,
y otros cuantos menesteres.
¡Tienen ideas las mujeres
que debemos respetar!
No es el caso de gritar:
“Pa’ mandar son los varones”,
defendiendo atribuciones
que naides nos supo dar.
Si al mundo hay que mejorar
pa’ que se acabe el rencor
que va sembrando el dolor,
aumentando padeceres,
¡delen cancha a las mujeres
que son hechas pa’l amor!
Dejen que ellas preparadas
puedan también legislar,
las patrias han de ganar
porque serán mejoradas,
que no vivan alejadas,
que cuiden mejor la raza,
verán cómo no fracasa
la mujer en la contienda:
¡pues no hay menistro de hacienda
como una dueña de casa!
Autor(es): Evaristo Barrios