Abuelito
No tome más, abuelo, y deje el vino;
no tome más, tatita, es una pena,
que son las diez, abuelito, y ni un vecino
llegó a esta mesa alegrando nuestra cena.
No tome más y cuénteme una historia
del tiempo aquel en que su amor vivía,
que yo, otra vez, sentadito en sus rodillas,
lo escucharé bien quietito y sin hablar.
El pobre abuelo, a mi ruego,
conteniendo sus pesares,
me hizo sentar junto al fuego
y de este modo me habló:
Cierra la puerta, la luz apaga,
que con las sombras viene mi amor.
Esa que un día, hace ya tiempo,
vistió de luto mi corazón…
Si vieras, vos, qué criolla de ojos negros,
de blanca tez, risueña y juguetona,
de lindo andar, retrechera y comadrona,
clavel de amor florecido en mis recuerdos.
Si vieras vos con qué ansias la quería,
con cuánto afán hicimos nuestro nido...
Mas ella, cruel, destrozando mi alma, un día,
con mi mejor compañero me engañó.
Hoy que me vencen los años,
ya la muerte está en acecho,
viejo, achacoso y deshecho,
siento que la quiero más…
Ya sabe, nieto, la cruel herida
que en esta vida quise ocultar…
Así, una noche, triste y de duelo
mi pobre abuelo me hizo llorar…
Autor(es): Carlos Cabral, Alberto Laporte