Arolas
Hizo punta tu corazón
en el ritmo del tango sentimental
y pusiste en las voces de tu canción
la alegría y la pena del arrabal.
Luego el tango se conmovió
cuando vos le dijiste tu enorme adiós;
por tu alma rezaron los bandoneones
y el arrabal lloró por vos.
Suena el bandoneón
con su canción
arrabalera.
Por una pena cualquiera
sangrando está su emoción.
Parece que pronunciara
la cruel palabra de tu adiós
y que al oírla llorara
el viejo tango no más por vos.
Como el alma del bandoneón
que en suspiros nos dice su soledad
hoy el eco malevo de tu canción
nos da un poco de amarga felicidad.
Y parece que al revivir
en las voces de un tango el vejo ayer
toda el alma porteña te nombra y llora
porque jamás has de volver.
Autor(es): Mario César Gomila, Gabriel Clausi