Tangos

Entre curdas


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Anoche cerró por duelo
el bodegón “La Maroma”,
murió el negrito Carmona
remanyao escabiador.
En el mistongo convoy
donde el pobre era velao,
varios curdas jubilaos,
acariciando el cajón,
lagrimeaban apenados
empinando semillón.

Una mosca que había entrao
y rondaba indiferente
se fue a parar justamente
en la nariz del finao.
Rocatagliatta, el pesao,
rechupado como un faso
viendo la mosca en el naso
le pego tal bofetón
que hizo saltar de un zurdazo
a Carmona y al cajón.

El jonca quedó forfai
y Grappini, con un llanto,
sentó al difunto en un banco
para que descanse en paz.
A su lao El Bataraz
empezó a contarle un cuento,
mientras que el Taita Mamerto,
con un filoso puñal
quería clavarlo al muerto
porque lo miraba mal.

El peluquero Calvete,
viendo al cadáver chivudo,
se acordó de su laburo
y lo afeitó hasta el copete.
Calló el punga Firulete
con unas cuantas chirusas,
venía de una garufa
empuñando un bandoneón
y entre curdas y papusas
se armó una milonga flor.

La milonguera Renée
apantallando al finao,
creyendo que era un mamao
quería darle café.
Melena y El Yacaré
estaban jugando al truco
y el Goruta Benvenuto,
encargado del convoy,
en camisón y confuso
rajó pa’ la treinta y dos

De pronto en esa reunión
se hizo presente la yuta
y a la curdela Batuta
la fue arriando pa’l camión.
Garabito y Chicharrón
se piantaron con el vino
y el muerto fue detenido
pues un novicio botón
se lo llevó de testigo
a prestar declaración.


Autor(es): Aldo Queirolo, Roberto Morel