Maridito mío
Negrito tenés unos ojos
que lastiman al mirar
y me han dejado una herida
muy difícil de curar.
Después de besar tus labios
ya nada puede gastar.
¡Hasta la miel y las guindas
amargas han de quedar!
Para siempre amarte,
te quiero a mi lado,
para así adorarte
que vivir no puedo
triste y desconsolada,
de ti tan alejada.
Autor(es): Juan Feilberg, Julio De Caro