Mártir
Virgen María, Madre Santa,
ten piedad de esa mujer
que te implora en el camino
de un amargo padecer;
infúndale una esperanza
en su triste corazón
y perdona el extravío
de su culpable pasión.
¡Oh, Santa Madre mía!
tú que sufriste tanto
comprenderás su duelo,
su horrible ansiedad;
Madre, no la abandones
en ese desconsuelo,
es una pobre mártir
que merece piedad.
Virgen María, Madre Santo,
no me resigna el dolor
de verla así abandonada
con el fruto de su amor;
por él fue mala en la vida
y manchó su santo hogar,
por ese inocente niñio
que nació para penar.
Autor(es): Mario Battistella, Emilio González Ortiz