Tiento sobao
¿Que quién jué el curioso
que me dio este perro?
Naides; estos bichos, como el hombre sonso,
cuando los halagan se dan eyos mesmos.
Jue en un mes de agosto
de no sé qué invierno,
muy pocos días antes de morir de flaco,
mi cabayo overo.
Que cayó en mi rancho,
maltratao y rengo,
clavó en las mías sus pupilas tristes,
tus pupilas yenas de sombra y misterio.
¿Que de ande vendría?
¡Vaya uno a saber!...
¡Puede que viniese, como yo, del pago
de los desengaños y de los recuerdos!
Le tiré una achura,
y aunque estaba hambriento
sin hacerle caso, me miró de un modo
como si dijera: “No vengo por eso”.
Aunque sea sonsear
pensé yo por dentro:
¡Quién sabe si estos bichos no sufren de amores
y, como el cristiano, los matan los celos!...
Y viendo en tropiya
venir mis recuerdos,
le hice unas caricias y, desde esa tarde,
pa’ los dos alcanza mi pan y mi techo.
Mientras tomo mate
s’echa cerca el juego,
y cuando al dormirse siento que soyoza
como si al pasado lo golviese el sueño,
se enrieda en la trenza
de mis pensamientos
este tiento, suave de tanto saberlo,:
“Mujeres y perras... tuitas son lo mesmo".
Autor(es): José Alonso y Trelles, Américo Chiriff