Tangos

Pocitos sin sol


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No sé si es este barrio o es el tiempo
ya cansado con el gris entristecido,
o es el sol que está marchito sobre el río,
que no queda ya ni un brillo florecido.

A Pocitos no lo besa nunca el día,
su pasión de claridad vive encerrada
y el metal de sus arterias trepa al cielo
descansando entre las alas de la Rambla.

La ciudad está tan alta que sus ojos
ya no ven la luz del sol sobre las calles.

En el frío de sus labios va la vida
navegando en el cemento fuerte y bravo,
y los bondis color humo se dibujan
con la mueca de un ritual enamorado.

Yo no sé si es la ternura o es el tiempo
que camina por las calles de este barrio.

A Pocitos no lo besa nunca el día,
su pasión es claridad hormigonada
y el metal de sus arterias pinta el cielo
mientras llueve el sol goteado de la Rambla.

Yo no podría sujetar mi sueño
a la poesía rota y gris del hormigón,
ni al cielo de Pocitos si desangra
en el azul y gris filoso de su voz.
Yo no quisiera que el gorrión que hay en mi boca
recortara una palabra sin celeste
y la ciudad tapando las estrellas,
tan alta que se olvida de la gente.


Autor(es): José Arenas