Plomo
Ya no tengo nada que perder
todo lo perdí soñando.
Fue tu amor, mi amor primero
y no se por qué, ni cuando,
se apagó como un lucero.
Por eso estoy muriendo sin morir
con mi montón de harapos.
No puede más, cansado de sufrir,
mi corazón de trapo.
Ya no tengo nada que perder,
todo lo perdí en su amor.
Me pesa como plomo su recuerdo,
desangro con su imagen mi ansiedad,
y en medio del infierno en que me pierdo,
me azota su recuerdo
sin alma y sin piedad.
Salvame, Dios, salvame de sus ojos
que sangran mis heridas sin cesar.
Y en ese fuego abrasador,
mirame, Dios, no puedo más
con mi dolor.
Ya no tengo nada que perder.
Todo, todo lo he perdido.
Vi una estrella en lontananza
y la luz de mi esperanza,
se apagó tras de su olvido.
Con cruel final de viejo folletín
se desgarró mi herida.
Es un dolor que nunca tiene fin
y destrozó mi vida.
Ya no tengo nada que perder,
todo lo perdí en su amor.
Autor(es): Luis Rubistein