Quilapayún

Relato IV


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Avanzando hacia un vértice del tiempo
tus hijos aprendían la palabra:
aquella que por siempre sentirían
tan difícil, quimérica o lejana.

Susurraban sus letras de lacero,
recorrían sus sílabas radiantes
y el sonido, reflejo de otro cielo,
se extendía por trigos y maizales.

Y así fue que algún día apareció
como el vuelo de un ave pasajera
y otro día perdieron las señales
y anduvieron en vano tras su huella.

Palabra libertad, la bienvenida,
costosa libertad, tan esperada;
ansiada libertad, la tan ausente.
Libertad ¡cuántas veces traicionada!

Porque nunca bastó con anhelarla
y pensar su designio de voz limpia:
el sendero que atrajo a caminantes
muchas veces condujo a otra salida.

Porque en su nombre algunos confundieron
lo divino, lo humano y lo inhumano
o invocaron a veces su presencia
sembrando el sufrimiento y el espanto.

Porque, tal vez, el lobo de este mundo
es el hombre que al hombre acecharía
es el hombre que el hombre cercaría
es el hombre que al hombre cazaría
es el hombre que al hombre mataría.


Autor(es): Luis Advis