
El deportista por la ventana
La otra noche aspiré algo
que me envenenó la sangre
y se me quemaban la manos,
pararrayos de la fiebre,
rápido cogí y escribí un poema,
maté a un hombre o a una mujer,
puse un conejo feliz en el aire, salió volando.
Llegó el momento y me abracé a un árbol,
sentado en el sofá me tomé el micro,
entró un deportista por la ventana,
y le conté el resto de mi vida.
Y cuando el viento se puso verde
desperté, pero no había dormido,
montó una hoja su caballo de luz
y me trajo mi cuerpo usado.
Ahora vivo en la superficie
de un raro pueblo y esclavo del aire,
y cada hora es tendido en el suelo
una ofrenda y una ofensa,
una ofensa y una ofrenda.
Autor(es): Kiko Veneno