Carta a don José Miguel
El mar esta frío y cubierto de brumas.
El otoño viene con mano vacía
y pudre las hojas de los calendarios.
Mi Valparaíso
te pierde diariamente
desde que te cegó
el relámpago azul
de la revolución.
Me preguntas si estás
como un pálpito en mis venas,
y si siento en la piel
el metal de tus cadenas.
Y si voy a esperar
la pasión de tu regreso,
porque quieres volver
a ganar o a perder
la batalla de tu pueblo.
José Miguel: no temas por el tiempo transcurrido,
el gladiador no sabe de reposos ni de olvidos.
Y si esta vez te pierdes sin regreso en la emboscada,
yo seguiré por ti
–tú me enseñaste así
y trajiste hasta mí
la conciencia libertaria–.
José Miguel: dijiste que un esclavo nada vale,
que una nación uncida a fiero yugo es despreciable,
que tenga fe porque hay rayos de sol en plena noche,
y hoy, que amargo está el mar,
te quisiera entregar
lo que te voy a dar,
impaciente y orgullosa
cuando vuelvas de Mendoza.
Autor(es): Patricio Manns