Son de mi corazón
¿Qué le haré a este corazón tan loco
que agiganta de poquito a poco
mi pasión y mi entrega?
Lo mismo se siente en Estocolmo, Buenos Aires,
Estambul o en Tokio, que detrás de Noruega
Corazón, cabeza loca, sin freno, parece que no madurara,
pero así lo quiero tanto porque siempre sabe adónde va.
Gozo tanto su energía, su poesía y también su soledad.
Palpitando se escapa del cuerpo,
se me pierde y, cuando lo encuentro,
ya cayó en una trampa.
Me confiesa y otra vez me jura
que ahora sí, que no es una locura,
que ahora sí es diferente.
Y yo vuelvo a hacerle caso:
sin freno, parece que no maduraré;
pero nada puedo hacerle
porque es dueño de mi navegar.
Me hace andar feliz la vida
aunque a veces me encierre a llorar.
Bien desnudo, claro y desarmado,
con sus ojos siempre preocupados,
se abre a todas las cosas.
Sus heridas al instante sanan
porque siente sólo ve el mañana
que le debe a la vida.
La intuición es su divisa,
su verso, su coraza y su puñal.
Con su ira y su ternura,
su locura canta por demás.
Y canta aunque mil dictaduras
y mil templos lo quieran callar
Corazón, sigue tu rumbo al sol
de esta marea loca que nos toca.
No limites nunca la emoción,
que tus latidos no se contaminen.
Corazón, no te me pongas viejo,
que el dolor se aparte de tu vista.
Autor(es): Santiago Feliú