Soneto
ni mi padre, mi madre, ni el vecino.
Me lo manda Israel, pues su destino
a la poesía dice está sujeto.
No me manda tampoco ese gran reto
que es escribirlo bien sin desatino,
sino llenarle bien todo el camino
para que no se note el esqueleto.
Y así veloz eludo cualquier trato
y me arrincono y subo y me despejo
sobre la página en que mi vida ato.
Y soy merced al imprevisto vuelo
que origina a la poesía un rato
de placer, furor y nube y cielo.
Autor(es): Israel González, Augusto Blanca