Siempre canté
siempre anduve de luna y anduve de agua;
cada vez que la sombra tocó mi piel
siempre canté.
Siempre que hubo silencio venció el sonido,
siempre puso un recuerdo en mis olvidos;
y en la poca sorpresa que me inventé
siempre canté.
Cada madrugada valió su estrella,
cada verso tuvo que doler,
pero siempre había una melodía
para aliviarme la sed.
Supe de soledades y aguaceros,
pero se convirtieron en canción.
A cada tristeza pudo la belleza
enamorarme la voz.
Con las manos repletas de maravillas,
con la espalda empapada de fe y semillas,
desde que en este mundo puse los pies
siempre canté.
Autor(es): Miriam Ramos