Cuídame tú
como el plumaje de la paloma.
Mírame Dios, cuídame tú,
mi corazón perfumado y sencillo,
cuídalo tú.
No es que el amor me haya cubierto de espinas,
no es que los ojos que amé se me empañaron,
no es que lo falso del mundo me haya engañado,
pero cuídame Dios,
cuídame tú.
Pero mírame Dios,
cuídame tú.
No es que el amor me haya cubierto de espinas,
no es que cansada y sin luz persiga el llanto,
no es que los ojos que amé se me empañaron,
pero cuídame Dios,
cuídame tú.
Pero mírame Dios,
cuídame tú.
Autor(es): Teresita Fernández