Mi adorada
Le fui a dar una serenata a mi adorada,
le canté lo más lindo de mi repertorio;
me porté como un verdadero Juan Tenorio,
y para qué, si no estaba mi amada.
Y para qué, si no estaba mi amada.
Me dijeron que cuando ausente me encontraba
sufrió mucho porque mis cartas no llegaban,
pues su padre que al oponerse a nuestro idilio
no le entregó ni una sola de mis cartas
y ella creyó que era yo, que la olvidaba.
El dolor que aquella pena le causaba
la llevó a la más funesta decisión.
El culpable de la muerte de mi amada
fue aquel padre que engañó su corazón.
Le fui a dar una serenata a mi adorada,
esta vez le canté con voz entrecortada,
y mis lágrimas en su tumba derramaba
como señal de que yo no la olvidaba,
como señal que, ahora más, yo la adoraba.
Autor(es): Bobby Capó