La sirena
dejarías el coral y vendrías a mi casa.
Sabes bien que allí nos faltan
las espumas y las algas,
si tú quieres lo intentamos
el amor mueve montañas.
De esta forma le cantaba trajinando por la barca
como cada anochecida no muy lejos de lo playa
a la luz de dos candiles
esperando la del alba
parpadeaban las estrellas
y la mar velaba en calma.
Tan hermosa madrugada nunca nadie disfrutara
con el sol apareciendo y la luna en las espaldas
y en la proa de su barca
la que tanto deseara
¡Cuánto brillo en su mirada!
relucían sus escamas.
Ven al fondo, ven al agua, que allá tengo
nuestro casa
si en la tierra soy extraña, tú en la mar
no extrañas nada.
Una barca a la deriva
llegó a puerto una mañana
y la brisa repetía
¡ven al fondo, ven al agua!
Autor(es): Víctor Manuel San José