Orugas
a darle aire a mi ansiedad,
quise olvidarme de consumir,
que ni el almuerzo salí a comprar.
Nunca jamás imaginé
lo que esa tarde iba a pasar,
bajo de un árbol me recosté,
y vi a esa oruga mirándome.
Decía: ¡Ah!.
Hipnotizado y sin hablar,
me mira fijo, ¿Qué va a pasar?
Detrás de ella venían más,
muy decididas a almorzar.
Decía: ¡Ah!.
Todas verdosas, van por detrás,
me van llevando a su lugar.
Es increíble, yo en su mesa,
soy su comida, su gran manjar.
¡Ah!