Otra pobre sirena de laguna


Su culito en el pueblo,
ese campeón de gimnasio,
que puede reinar bien
un par de metros cuadrados

Llega siempre a la hora de llegar
no sale a perder la luna
contemplando ni sintiendo
se acomoda y brinda sin tomar

Y arma ceremoniosa la trampa,
su hechizo la vuelve invisible
para esos ojos que sucumben
a magias de pocos kilates

Y en el bar dueño de la noche…

Ahí ta, la vara, la caja y la soga
y un final de capilla
para el pobre vida hecha
que se siente en esa silla

Habrá pibes para afiches de coniglio
en el asiento de atrás de su van
y después la sombra de una pibita nueva
entre las piernas de su man