La parca
Pero un día pensé, equivocadamente, que su torpe ingenio había llegado al límite. Yo ya no estudiaba y todavía hoy me pregunto que cosa de importancia podía requerir que yo me levantara a las 8 de la matina. Lo que recuerdo es que repitió su argumento dos, tres, ocho veces, ya era el colmo. Hasta que volvió a decir pero con otro tono, más real y convincente: es en serio, es en serio, un tipo mató a balazos a John Lennon en la puerta del hotel donde vivía.
Desde aquella mañana la muerte dejó de ser para mi algo asociado a alguna vieja del barrio o algún viejo de la familia o esos rectangulitos en el diario que decían QEPD. Probablemente aquella mañana comencé en un camino sin retorno a envejecer.