El hombre que vendió el desierto
Si no has visto tu imagen en los escaparates
no conocerás al hombre que vendió el desierto.
La tormenta se ha ido rodando por las calles
y la tarde me trae viejas melancolías.
Los vahos de cristal se empeñan con un beso.
Dejo que la alegría invada mis sentidos.
Y la vecina canta una canción de amores
mientras vuelves a casa con los días vacíos.
El hombre que vendió el desierto.
¿Aún no conoces al hombre que vendió el desierto?
Si no admiras la belleza de unos ojos sombríos
no conocerás al hombre que vendió el desierto.
Brillan los bulevares y la gente camina
sin huellas de paso por las calles desnudas.
Te quiero y te he querido mi pequeña gitana.
Inútiles anuncios rotos en las esquinas.
Y el hombre libre y solo que vendió el desierto
canta con la esperanza del que vive la vida.
Los hijos del instante andan buscando un sueño.
Una bandera blanca que abarque el horizonte.
Dejo en el río grande un barco de papeles
y miro lentamente los posos del café.
Autor(es): Pablo Guerrero, Suso Saiz