Las viejas sombras
junto a mis ganas de verte
y mis cansados pies
sin aliento se desploman.
Hace mucho y tanto tiempo
me hice sombra a mi solito.
Y saldrá el sol sin temor, sin excusas,
si tu señuelo después de fruta
se vuelve luz también.
Si en la esperanza de ver que es posible
mis notas no alcanzan
y se hacen piedras mis semillas en tu flor.
Supón que duela tanto,
que ya no pueda distinguirte en lo sutil, lo religioso
y que al final de este arrullo se quiebre mi voz:
Perdona que no recuerde a dónde dejé el amor.
Autor(es): Gerardo Pablo