Crónica de Beremundo


Beremundo se fue por el mundo,
a especular;
y en ninguna parte
encontró un lugar
tan fácil de hacerlo
como esta ciudad.

Transformó la huerta en solar,
lerén, lerén;
y en el barrio viejo
le dieron permiso
para hacerlo nuevo
sin mirar atrás.

Cubrió el río con una Avenida,
lerén, lerén;
y en las plazas chicas,
dulces, recoletas,
hizo subterráneos
para aparcar.

Se cargó edificios barrocos,
lerén, lerén;
y del modernismo
hizo, de ladrillos,
casas con diez pisos
con puerta y chaflán.

Beremundo murió viejecico
lerén, lerén;
todo satisfecho
de haber transformado
una ciudad dulce
en un colmenar.

Hoy le ponen su nombre a una plaza,
lerén, lerén;
y todos los críos,
de los barrios nuevos,
sobre el busto suyo se van a mear.


Autor(es): José Antonio Labordeta