Canción de cuna sobre la tierra estéril
Quisiera cobijarte en una cuna
yerta de abalorios, lluvias y luna.
Tan sólo tengo manos, ajadas manos,
trabajadas por soles, vientos y barro.
Quisiera darte aliento con voz y canto,
pero la voz se pierde bajo el espanto
de las noches de frío, de ausencia grande,
mientras el canto acude junto a tu padre.
A tu padre que escribe rudos renglones
desde lugares hoscos donde los hombres
trabajan duramente porque perdida
y estéril fue la tierra de nuestras vidas.
Quisiera cobijarte en una tierra
de montaña, de río o dura sierra,
viendo como el paisaje surge crecido
de bosques y praderas, de carbón o trigo.
Trigo que él recogiera para mi niño,
carbón que descuajara como algo suyo,
bosques que enriqueciesen nuestro cobijo
y prados con rebaños en el estío.
Pero padre no vuelve, lucero mío,
seguirá entre la niebla, el ruido, el frío,
hasta que un día diga 'venid conmigo',
cerraremos la puerta y a hacer camino.
Quisiera cobijarte en una cuna
yerta de abalorios, lluvias y luna,
Tan sólo tengo manos, ajadas manos,
trabajadas por soles, vientos y barro.
Autor(es): José Antonio Labordeta