Sexto recuerdo


Hoy he visto a tus padres,
cuando volvía a casa.
Él me miró en silencio,
con los ojos perdidos del hombre que trabaja,
día y noche, en los trenes.
Ella, tu madre,
me anunció tus treinta años,
igual que yo, cumplidos,
y tu hermana tenía ardor y rabia en las palabras.

Repetimos la historia, tu silencio;
la voz que conocimos ya no existe
y sin embargo,
sabemos que envejeces, igual que yo,
soy calvo y apunto para padre, día a día.
Me hablaron de tus manos, de tus pies...

Los días pasan lentos, uno a uno,
pero dañan y llagan
y hacen hueco y sombra sobre el alma.
Recuérdote sentado en el pupitre,
allá en la vieja aula,
hablando sobre Dios y la justicia,
viendo llegar el cierzo.

Cada día que pasa
se te marca, también a mí,
la llaga del hombre acorralado.
Es doloroso, ya ves,
saberte casi muerto en medio de la vida.

Tu padre dijo adiós.
Tu madre repitió tus treinta años,
y tu hermana
me aviolentó de golpe con tu hombría.


Autor(es): José Antonio Labordeta