Vergüenza
Pero un día sucedió lo que nunca debió haber sucedido. Ansioso como soy, una jornada negra e inolvidable prendí el receptor un rato antes, serían la una y cuarto, una y veinte a reventar. El tiempo justo para que enganchara el final de un programa de tango que había en el Sodre en el horario anterior a Meridiano. Cuando iba a apagar la radio o aprovechar para ir a lavarme los dientes algo me lo impidió. Una fuerza mágica venía de aquel parlante, un anormal (que por otra parte y obviamente no era Clapton) tocaba un bandoneón como yo nunca había oído ni sospechado que fuera posible. Me mató, me mató. Al final del tema el locutor dijo escuchábamos en el final de Hoy en dos por cuatro al quinteto de Astor Piazzolla interpretando Lo que vendrá. Aquel día algo cambió porque yo me di cuenta que esa música me iba a perseguir para siempre. Qué vergüenza, la puta madre, como voy a decírselo a mis amigos.