Bebe en mi cántaro
corriendo al valle sin temor,
que de tu mano dibujé
mi barrilete de color,
que me enseñaste a no mentir,
que la dureza no es rigor
y cuando tuve que llorar
quisiste hacerlo tú por mí.
Padre, no tengas miedo,
si se te achica el cielo
yo tengo un horizonte
de remansos para ti.
Tómate de mi brazo
y aminorando el paso
vamos a caminar,
que es tiempo aún para comenzar.
Bebe en mi cántaro si tienes sed.
Por ti aprendí que la mujer
no es un adorno del varón,
baraja donde duerme el rey
de corazones del amor.
Y por tus canas recorrí
este camino de aprender
y del baldío hasta tu voz
siempre fui un niño por crecer.
Autor(es): Víctor Heredia