El verdugo
pero el tiempo es astuto y le anuncia su ley.
Ya pensó y trató de olvidar,
pero a veces te cuesta parar de llorar.
Ya no hay forma de ignorar la derrota,
las mentiras tienen patas muy cortas,
y en las noches suenan voces urgentes:
son las almas de los inocentes.
Solo, el verdugo va quedándose solo,
sesnudo y solo.
El verdugo va quedándose solo,
desnudo y solo.
Ya intentó desterrar el después:
el futuro es un niño que puede crecer.
Ya mató la esperanza y la fe,
pero vio que regresan igual que el ayer.
No alcanzó a comprender la lección:
el que mata no encuentra su propio perdón.
No ha podido olvidar el horror:
la memoria es la cárcel de su corazón.
Autor(es): Víctor Heredia