En las alas de lo perdido
lo que los hombres desdichados no comprendemos,
alas de mariposas de un ciego luto,
atadas al destino de lo que haremos.
Y prodigan su lluvia plena de alegorías
para que no nos mate un rayo de luz divina
mientras el diablo agita sus cascabeles,
ella escribe afiebrada nuestros deberes:
Ahora yo debiera ser
incandescentemente claro
para que no olvides
a esos pueblos desolados,
devastados, inmolados,
degradados y olvidados.
Suspendido en el polvo necio de nuestras guerras
hay un ángel que no se explica sus alas negras.
Padece del estigma de nuestros sueños,
llora y llora en el fango de nuestro infierno.
Llorará lo que nadie a llorar se atreve.
Dicen que en ese llanto la muerte bebe.
Autor(es): Víctor Heredia