Humildemente tú, mujer
Mira cómo pasa la vida,
cómo va el amor
envejeciendo nuestras ilusiones.
Ciegos, pasan ciegos los días,
barca sin timón,
agonizando en nuestros corazones.
Y tú, pequeño grano de trigo,
elaborando el sol,
el agua y el amor.
Humildemente tú,
que has aprendido a ser mujer.
Ciencia que te da la paciencia
de vivir así,
amándome como el primer día.
Vuela, que la vida no espera,
y aún calienta el sol;
la calle aguarda por tu primavera.
Así sabrás que soy uno de tantos.
Prueba tu libertad, aún puedes empezar.
Yo ya no puedo más; aquí quedó mi corazón.
Autor(es): Víctor Heredia