Potosí
sangras por mí,
alto cielo de Potosí,
fauces abiertas
como una puerta
de los infiernos,
de los infiernos y la oscuridad.
Ciegos, mancos,
muertos de sed,
rotos, infectos
lejos de Dios;
es la tragedia,
una miseria,
un evangelio,
un evangelio de promiscuidad.
A la muerte, a la muerte besaremos
en la boca cerrada de los muertos,
y una tumba de plata forjaremos
para morir una vez más.
Somos ocho millones, los perdidos;
nuestros huesos se pudren en la mina.
Es tan negra la noche como el día.
Tortura y sed, plata y dolor.
A la muerte, a la muerte besaremos.
Autor(es): Víctor Heredia