Querido Alfredo


Dejabas en mi sangre tanta estela
de estrellas y cometas, compañero,
que a veces me parece que titilan
en brillo y en tibieza mil luceros,
que me acompañan y en el camino
van señalando nuestro destino,
destino de seguir tu mismo vuelo,
amado amigo, querido Alfredo.

Te escribo en estas alas fulgurantes
de colibrí lustroso y trashumante,
seguro que en la tierra donde duermes
recibirás la carta de este insomne,
que te reclama con su recuerdo
para que vueles desde tu cielo
y cantes victorioso como el viento,
amado amigo, querido Alfredo.

Descubrirás que no hablo del pasado:
la vida ya ha guardado nuestra historia.
Te cuento solamente cuánto extraño
tu voz y tu guitarra con memoria.
Aquí tu pueblo sigue soñando
que habrá un mañana, querido hermano,
aquella primavera que esperabas,
amado amigo, querido Alfredo.


Autor(es): Víctor Heredia