Monseñor
Era Monseñor un abnegado hombre de iglesia,
muy comprometido, fiel a sus creencias,
era un luchador, un adalid, una leyenda,
por los pobres vivió.
Siempre sintió la libertad
como el gran fin a conquistar,
nos enseñó con voluntad
saber vivir, con humildad.
En la dictadura siempre estuvo en la protesta,
era solidario con todas las huelgas.
Se partió el alma por la libertad de prensa,
por la verdad luchó.
Por la mujer él trabajó
y se entregó a la igualdad.
En los colegios consiguió
hablar de la sexualidad.
Y tomó partido siempre por la clase obrera,
los necesitados todos a su vera.
Por las maltratadas siempre se partió la cara, no las abandonó.
La democracia gracias a él
tenemos hoy, ¡mira qué bien!,
pues al golpismo se enfrentó
sin vacilar, Monseñor.
Y ahora a los albores de este siglo que comienza
él sigue en combate, fiel a su conciencia,
por los inmigrantes, los parados y sus quejas se manifiesta hoy.
Siempre sintió la libertad
como el gran fin a conquistar,
nos enseñó con voluntad
saber vivir, con humildad.
Autor(es): Fran Espinosa