Quijótesis
no tengo la certeza del erizo,
que sabe que detrás de la corteza
quizás reposa el grillo en el olivo.
Me pesa la cadera y el olvido,
la frágil sutileza del otoño,
el pétalo, la rosa y el martillo,
la duda de querer y no haber sido.
Adoro el universo conocido,
la luna en su geométrico esplendor,
el sol que nos dispensa su latido,
allá donde haga frío o hace calor.
Qué hipótesis la suerte y el destino
de un mundo tan injusto y tan atroz.
Qué necio es entregarse a la rutina
sabiendo que hay que hacer oposición.
Amargo es el sabor de la derrota
y dulce del triunfo es el licor;
el resto como el agua no se nota,
no está en ninguna escala de valor.
Vivimos condenados por la historia,
de espaldas a la luz y a la razón,
girando día y noche en esta noria,
por mares infinitos sin timón.
Hermosos son los días de la vida,
aquellos que vivimos con pasión,
que importa si es utópico o en vano;
los sueños son también una ilusión.
Qué hipótesis la suerte y el destino
de un mundo tan injusto y tan atroz.
Qué necio es entregarse a la rutina
sabiendo que hay que hacer oposición.