El Abrojito
Llevo, como abrojito, prendido
dentro del corazón una pena
porque te fuiste, ingrata, del nido
y mi vida tan serena
condenaste así al dolor.
Nunca podré arrancar de mi pecho,
nunca el abrojito punzante.
Y ando, por todo el mal que me has hecho
con el alma agonizante,
sin fe, sin nido, ni amor.
No sé por qué te alejaste de mí
si te adoré con creciente fervor.
No sé por qué me engañabas así,
sin demostrar tu desamor.
Con tu querer, yo era muy, muy feliz
y nunca pensé que tu ardiente pasión
era el puñal que me habría de abrir
esta herida en mi corazón.
Pido que alguna vez tropecemos
para saber si al fin has hallado
todo lo que inconsciente has soñado.
Y quizá después podremos
volver los dos a empezar.