Todo me recuerda a ti
lo que comenzó como un juego
de fijar mis ojos en las curvas
de tus labios.
Admiraba tu belleza y, sin querer,
crucé al otro lado,
de desearte aunque no debiera;
qué pecado.
Y aunque traté de alejarme,
ya era tarde,
se me salió de las manos.
Y ahora que todo me recuerda a ti,
toda idea desemboca en ti,
y no hay verso que me salga
que no rime con tu nombre.
Y ahora paso todas las mañanas
no queriendo salir de la cama,
porque afuera, allá en la calle,
me fijo en los detalles tontos.
Todo me recuerda a ti.
Me recuerda a ti.
Ahora ni en las noches duermo
imaginando el calor de tu cuerpo
y tus piernas suaves,
enredadas en las mías.
Por más que yo intente pensar
en otras cosas,
viene el deseo y me arropa.
Y ahora que todo me recuerda a ti,
toda idea desemboca en ti,
y no hay verso que me salga
que no rime con tu nombre.
Y ahora paso todas las mañanas
no queriendo salir de la cama,
porque afuera, allá en la calle,
me fijo en los detalles tontos.
Todo me recuerda a ti.
Me recuerda a ti.
No hay nota que yo toque,
verso que yo escriba, no,
que no me haga pensar más en ti.
No hay escape de esta dulce obsesión.
Y ahora todo me recuerda a ti,
todo me rima con tu nombre,
tu nombre.
Y ahora paso todas las mañanas
no queriendo salir de la cama,
porque afuera, allá en la calle,
hay miles de detalles tontos.
y todo me recuerda a ti.