A la muerte no le temas


A la muerte no le temas
aunque pase por la calle.
Sin la voluntad de Dios
la muerte no mata a nadie.
(Anónimo)

Cierra los ojos y duerme,
pedazo del alma mía,
deja que despunte el día
y ya volverás a verme.
Mira que tienes tal fiebre
que con tus manos me quemas;
es necesario que duermas
sin pensar en el pasado,
y mientras yo esté a tu lado,
a la muerte no le temas.

Por piedad, cierra los ojos
y tendrás un dulce sueño,
mira que siendo tu dueño
te lo suplico de hinojos.
Mira que solo despojos
quedan de tu lindo talle.
Deja que el sueño desmaye
tu sufrimiento tan fuerte
y no pienses en la muerte
aunque pase por la calle.

Por piedad, los ojos cierra
y duerme solo un instante,
que de verte agonizante
todo mi cuerpo se aterra.
Mira que sobre la tierra
solo quedamos los dos.
Ni la muerte ni el adiós
truncarán nuestro camino
pues no hay vida ni destino
sin la voluntad de Dios.

Con tu nuevo despertar
tendrá nueva brisa el viento,
nueva luz el firmamento
y nuevas aguas el mar.
Nuevo ha de ser el trinar
de los pájaros del valle,
nuevo el sol que nos irradie,
nueva nuestra juventud
pues queriendo como tú
la muerte no mata a nadie.


Autor(es): Nicomedes Santa Cruz

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