Carmen
Carmen también lavaba platos y zurcía,
pero al llegar la noche,
Marcos Serrato escarmentaba
con los panfletos,
guardando rifles y así escribía,
desde aquella vez que salió al balcón,
bajo la bravura es la ternura de su corazón abierto,
desde aquella vez que salió al balcón,
cuando desde el patio de su casa inicia la Revolución.
Nunca sabrán las mañas del machismo
las armas que guardó bajo su falda.
Sal al balcón,
enciende aquella mecha del destino,
más vale estar bien muerto que rendido,
defensa del honor frente al gigante:
Sal al balcón.
Y desde su sillón pregunta si ha valido o si valió la pena
que nadie haya venido y malgastarse entera,
la sangre que invirtió ¿De qué sirvió?
Pitaba el tren, que escucho desde la sala,
y miro al espejo quebrado en la balacera.
Ella me ofrece tortitas de Santa Clara
y algún rompope que endulce la vieja pena.
Desde aquella vez que salió al balcón,
bajo la bravura es la ternura de su corazón abierto,
desde aquella vez que salió al balcón,
cuando desde el patio de su casa inicia la Revolución.
Nunca sabrán las mañas del machismo
las armas que guardó bajo su falda.
Sal al balcón.
Enciéndeme otra mecha del destino,
Defensa del honor frente al gigante,
Belleza de esa Puebla que se escapa,
Sal al balcón.
Autor(es): Gerardo Pablo