Un barco ciego


Como yo el mar se vuelve y se revuelve,
dentro del mar prisión y prisionero,
se ve pasar cargado de naufragios
más allá de las olas y los años.

Atado así, atado a su misterio,
obscura ya la estrella y la memoria,
el corazón recuerda lo no dicho,
una isla blanca, un barco ciego.

Y así tomando fuerza en sus prisiones
el viento se alce, bramen las mareas;
en tempestad despierte lo soñado
para crecer los ríos y los hombres.

Corazón de sal y de tormentas,
corazón de arenas y de estrellas.
Furia de la furia, trunca y prisionera.
El mar, el mar.


Autor(es): César Calvo, Chabuca Granda